Egipto: un sueño a cumplir

Desde que tengo uso de razón, mi mayor sueño siempre fue viajar a Egipto (pues afortunadamente soñar aún no cuesta nada), y a pesar del tiempo (ya han pasado algunas décadas), mi sueño ha permanecido vivo, pues aún no he podido adentrarme y visitar, más que a través de los libros o internet, en esa tierra de hermosos paisajes desérticos bañados por el Río Nilo. Lo reconozco, soy una enamorada de Egipto y espero poder hacer mi sueño realidad.

Para mi es un País único, cargado de magia e historia,  considerado cuna de civilizaciones y que ofrece un viaje al pasado que necesariamente ha de ser inolvidable.  Me encantaría verme envuelta en el bullicio de El Cairo, perderme en sus colosales templos, poder admirar sus majestuosas pirámides, relajarme con un tranquilo crucero por el Nilo o degustar las especialidades culinarias egipcias, placeres de los que me gustaría poder disfrutar al menos, una vez en la vida y desde luego, en buena compañía.

Aunque en los medios de comunicación españoles se empeñan en sacar solamente malas noticias sobre Egipto, creo  que a los turistas no les supone ningún riesgo adicional respecto a cualquier otro destino (siempre oí decir a mi hermano, desde que era pequeña, «donde está el cuerpo está el peligro»), y parece ser que la situación no tiene nada que ver con la que hemos visto en las noticias, motivo por el que muchos turistas deciden no ir a Egipto. Creo que es un auténtico error.

Cuando viaje a Egipto, intentare hacerlo en los meses en los que la temperatura es más suave, Marzo y Abril o Octubre y Noviembre pues a pesar de ser sevillana, no creo que el clima extremo se parezca al de mi tierra, a la que dicho sea de paso, es la única que adoro más que a Egipto.

Sentir que puedo perderme en El Cairo, ciudad especial que no descansa por las noches y en las que puedo visitar numerosas mezquitas, la Ciudadela, el barrio copto (con sus  Iglesias y Sinagogas), el mercado turístico de Jan el-Jalili y el Museo Egipcio, o en Lúxor, donde podré visitar el Museo Egipcio, el de la  Momificación o el Templo de Lúxor, me hacer sentir que esta vida tiene realmente sentido.

El Cairo

También tendré que visitar Sharm el Sheij, población creada por y para extranjeros, donde al parecer y a falta de historia y cultura, abunda la diversión y donde podré pasar el día en la Isla Tirán y el Parque natural de Ras Mohammed.

Y qué decir de las excursiones, pues necesariamente han de ser una auténtica pasada. Ver con mis propios ojos el Alto Egipto, Los Oasis, el Sinaí, el Canal de Suez o el Mar Rojo.  Tiene que ser  impresionante sumirse en las aguas del Mar Rojo y verse rodeada de cientos de peces de colores.  En esas aguas tibias (pues el clima es templado), que ofrecen matices cromáticos que difícilmente se puedan olvidar.  Egipto posee 1.000 kilómetros de Costa de Mar Rojo, y es un litoral rocoso y lleno de montañas, que bien podría describirse como una espectacular pecera gigante.

El Mar Rojo, que debido a los movimientos de la corteza terrestre no deja de crecer, es un auténtico filón turístico pues es el lugar ideal para practicar deportes acuáticos y subacuáticos, sin olvidar las visitas a la arqueología egipcia.   No obstante montar en globo y sobrevolar Lúxor es un gusto que también intentare darme. Todo un espectáculo desde el cielo.

Luxor en Globo

Pero además de otras muchas cosas,  a mi lo que me gustaría es perderme en el pasado, en templos como Abu Simbel (complejo de dos templos excavados en la roca, uno dedicado a Ramses II y otro a Nefertari, su primera esposa),  o el Templo de Lúxor (situado en la Ciudad que lleva su nombre y que es uno de los monumentos más espectaculares de Egipto), o el Templo de Karnak (el más grande de Egipto, recinto de 2.400 metros de perímetro,  y en el que  a día de hoy se siguen encontrando restos y sigue siendo reconstruido), o el Templo de Kom Ombo (situado en la Ciudad con su mismo nombre a orillas del Nilo) o el Templo de Hatseptut (o Templo de Deir el-Bahari, excavado en la roca del valle de Deir-el-Bahari, situado junto a Lúxor).

Y ya si nos ponemos a hablar de monumentos, pierdo el «sentio», como decimos en Andalucia.  Esas pirámides de Giza (uno de los monumentos más antiguo del mundo y la gran pirámide que es la única de las siete maravillas de la antigüedad aún existente), El Valle de los Reyes (necrópolis donde se encuentran inhumados muchos de los faraones del Imperio Nuevo y donde a día de hoy se han descubierto más de sesenta tumbas talladas en las rocas), o El Valle de la Reinas (necrópolis donde se encuentran enterradas las princesas y esposas de los faraones del Imperio Nuevo, así como algunos príncipes).

Necropolis de Giza

Finalmente, y para terminar, no pienso volver de Egipto, sin visitar las múltiples tiendas de recuerdos, que existen en todas las ciudades y por supuesto sin comprarme una chilaba, un cartucho o colgante donde me esculpirán mi nombre en escritura jeroglífica, un papiro donde un escriba pintará nuestros nombres, en egipcio sobre la marcha, y un buen perfume pues Egipto tiene gran tradición en la creación de esencias.

El pasado año 2.015, recibí una grata e inesperada sorpresa, que me hizo sentir verdaderamente especial, y fue poder visitar en Madrid, el Tempo de Debod (pequeña localidad a orillas del Río Nilo).  Es un edificio del antiguo Egipto que está situado junto al Parque del Oeste y se trató que conservara la misma orientación (este a oeste) que en su lugar de origen.

Templo de Debod Noche

Fue un regalo que Egipto hizo a España, en 1.968, como compensación por la ayuda española realizada por la Unesco para salvar los Templos de Nubia, dado que el Tempo Abu Simbel estaba en peligro de desaparición, debido a la construcción de la presa de Asuán.

El templo tiene unos 2.200 años de antigüedad y se haya en la actualidad restaurado, constando de una serie de estancias que se pueden visitar, siendo el mejor momento, sin ninguna duda, a la caída de la tarde.

Desde su llegada a Madrid, el Templo sufrió un progresivo y acelerado  deterioro, pero aún así y gracias a los enormes esfuerzos que se realizan a diario para su conversación, es una auténtica belleza, digna de visitar.

A pesar de no gustarme salir en fotografías, tengo una auténtica colección de selfies para inmortalizar los momentos vividos y que jamás podré olvidar.  Gracias José.

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